27.3.14

El Hombre Pampa vuelve a anegar el rancho Chapita

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Este dibujo data del segundo cuatrimestre de la materia DIBUJO PROYECTUAL. Habrá sido en 2011. La consigna era ubicar figuras en un contexto, en base a fotos de revistas. Yo sólo tenía un diario de los que daban en el subte. Una foto era de una inundación, aunque no en La Pampa. La otra foto que elegí, era un jugador de fútbol que corría revoleando su camiseta. La foto era pequeña. No tuve mejor idea que situar lo que era pequeño en primer plano, teniendo que apelar a la imaginación y a la destreza para semejante cambio de escala.

Le hice un tatuaje de guarda pampa al hombre en cuestión. Como su mirada me salió mal, le cubrí los ojos con una oportuna sombra tenebrosa. Mientras iba pintando el dibujo con los lápices que tenía, que no eran de los más baratos pero tampoco de los muy caros, fantaseaba la escena. Lo curioso es que los mitos también están confeccionados con lo que hay a mano. Tienen una improvisación inicial que luego se cristaliza. Y se vuelve canónico algo que quizá era accidental. Al menos, eso me parece a mí. Cualquiera que lo pretenda, con algo de voluntad y con lo que sea que tenga a mano, puede crear una leyenda.
Aquí va la mía:


"Estaban ya resignados."


El mítico e inescrutable Hombre Pampa era inmortal y medio goma. Divertido y retacón, se le emparentaba con El Pombero. Su principal diversión consistía en inundar el rancho de la gente que no podía dejar atrás sus pagos. Cada vez que esa gente conseguía levantarse de la crisis secular de la patria argenta, caía el nefando Hombre Pampa a amargarles y anegarles nuevamente la existencia. La gente del humectado Rancho Chapita ya estaba resignada. Querían morir, pero también eran inmortales.